Dice el poeta argentino, Oliverio Girondo que un libro debe construirse como un reloj y venderse como un salchichón. El problema está cuando encontramos que las personas, ahora vegetarianas, dejan de comer salchichón. Explica El Pueblo de Ceuta que la sensación unánime de libreros y editores es que las ventas han estado muy por debajo con respecto a otros años, algo que puede ser achacable a la insufrible crisis económica que parece que se marcha pero que nunca termina de hacerlo. Es imposible realizar un análisis de por qué no se ha vendido todo lo deseado, cuando a priori ya se está utilizando la gran excusa de la crisis. Es obvio que existe, pero cuanto más se nombra, más real parece. Sin embargo, me pregunto qué pensará de la crisis MARYPAZ, nueva zapatería situada en frente de la Plaza del Revellín, cuyas ventas han sido excelentes durante toda la semana.
Hay que hacer autocrítica; por ejemplo, la ubicación, un lugar acogedor, perfecto, si no fuera porque resulta algo escondido, quien acude es aquel que realmente quiere comprar, entonces no tiene ningún sentido traspasar los libros a los stands, pues si yo quiero comprar voy a la librería, lo propicio sería ir paseando por la calle, toparme con la feria de libro y comprar.
La variedad de librerías es escasa, se debería convencer a diferentes editoriales para que ocuparan un puesto y fueran capaces de ofrecer artículos diferentes a los que podemos encontrar aquí todo el año. También afecta al artículo la no existencia de él, no entiendo como las librerías no se revisten de todo el material posible, no sólo de best seller vive el hombre. Los lectores comprometidos, son los que hacen uso de la feria y nunca comprarían Canciones para Paula, Tres metros sobre el cielo o La Sombra del Viento, ahora en bolsillo. Luego, El Instituto de Estudios Ceutíes debería ser consecuente, no se puede presentar libros, promocionarlos, y que no se encuentren a la venta. Así, todo el mundo terminará en la instalación de la librería diocesana comprando La Biblia, en diferentes tamaños, colores y además, con dibujitos. Si los libreros ceutíes no se ponen al día, internet acabará con ellos, tienen todo lo deseado e incluso, te lo mandan sin gastos de envío. Sólo pueden salvarse si ganan al tiempo de envío, ya se sabe que a nadie le gusta esperar, y la feria del libro es sin duda el momento donde comprar sin esperar.
Otra de las cosas que en Ceuta se echa de menos durante la feria son los puestos de segunda mano, la magia de tomar un libro que ha sobrevivido al paso del tiempo, y ahora se puede comprar por un precio simbólico, ediciones descatalogadas, clásicos que en algún momento sirvieron para promocionar un periódico, poetas que no pudieron vender, novelas gráficas. También, firmas de libros con escritores consagrados, espectáculos diversos, por favor no conviertan a la feria del libro es una guardería permanente, bien que este año esté dedicada al público infantil, pero abogar por la variedad es un compromiso de éxito.
Toda la entrada es una pequeña reflexión que intenta advertir tanto a libreros, editoriales, y a los que mueven los hilos de esta ciudad que no se excusen en la crisis como único recurso del que fracasa, asuman un mea culpa, y ofrezcan antes de pedir que la gente compre salchichón.
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