María Jesús Fuentes, presenta este jueves su última novela, La verdad si es que existe. A priori, resulta algo extraño comenzar a leer una novela escrita por una persona que se declara poeta (lo prefiero a poetisa), pero desde el inicio se puede observar una declaración de intenciones. Para Aristóteles todos los géneros de la literatura son géneros de la poesía, y es en este momento, cansados de las novelas históricas, algo frías y de temáticas similares, se intenta acudir a la originalidad con la miscelánea de géneros. Escribir en verso no te garantiza hacer poesía, la poesía es un estado de vida, una forma de percibir el mundo y representarlo a través de la palabra. La verdad si es que existe, representa a ese tipo de novelas difíciles de definir, escrita en prosa versificada que recuerdan en cierta forma a un Borges inquieto.
María Jesús Fuentes se muestra como una equilibrista de la palabra, una especie de trilera lingüística, con un no parar de juegos semánticos que capta la atención del lector interesado en descubrir hasta dónde pueden llegar. Para ello, es necesario un perfecto dominio del lenguaje, y cómo valorar el dominio, muchos lingüistas piensan que reside en el uso incontrolable de palabros buscados en diccionarios de sinónimos, y que el respetado lector no conoce. Yo tengo una particular visión del lenguaje y así se lo comunico a mis alumnos de ELE, el dominio absoluto del lenguaje es cuando eres capaz de medir el tiempo, a través de los diferentes instrumentos, el principal el verbo, en definitiva es la única clausula que nos diferencia de otras lenguas. María Jesús domina perfectamente el paradigma verbal, y va mucho más allá de las formas personales, haciendo un constante uso del infinitivo, gerundio y participio, además de perífrasis verbales que le sirven para crear juegos aspectuales, sin los cuales la poética de esta novela perdería su valor.
En cuanto a la acción de la novela, que no deja de ser forma, el protagonista relata la búsqueda de una verdad, “En el universo que se cree que es el universo todo es tan grande que nada es mínimo. Porque el mínimo puede dar lugar a lo grande”. Dicha verdad parece estar revestida de ciencia, pero sin duda alguna, la ciencia es la gran excusa para representar lo intrínseco de personajes que difuminan un “Yo” absoluto para dar paso a un “Todo” relativo. No me gustaría desentrañar nada más para que los próximos lectores puedan descubrir como lo he hecho yo. Pero, como todo no puede ser bueno, creo que la autora no tiene en cuenta que la voz narradora es masculina, y como tal, no puede expresarse como femenina, en cuestiones de sensibilidad, modismos y otras características. Esto no quiere decir que las voces narradoras deban tener el mismo género que el autor, pero sí que lo parezcan, pura verosimilitud cervantina. Con esto no pretendo un debate sobre literatura femenina y literatura masculina, porque no creo en ello, sólo atiendo a las diferentes formas de expresarse de ambos géneros, científicamente demostrado.
¿Por qué deben leer La verdad si es que existe de María Jesús Fuentes? Para aquellos que siguen la carrera poética de la autora, por cierto, precioso poemario el de Aguamarina, no deben dejar de leerse esta novela, porque es pura poesía aunque no esté versificada. Por otro lado, es una apuesta por la originalidad y la creatividad lingüística. Y si me permiten un consejo, desconfíen de aquellos escritores que no empezaron haciendo versos.
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He de confesar que me apetecía mucho comentar alguno de los libros de María Jesús Fuentes, y el que presente en la Feria del libro, La verdad si es que existe, ha sido la oportunidad, en cierta forma, de realizar un tributo a mi adolescencia. María Jesús Fuentes fue profesora en mis tiempos de institutos, ahora cuando me cruzo con ella me gusta que no me reconozca, aunque no puedo evitar sonreír internamente, pues resulta algo cómico que ella no sepa lo que puede haber influido en una persona como yo. Para aprobar su asignatura era necesario realizar las lecturas de varios libros, entre ellos, La casa de Bernarda Alba de Federico García Lorca, fue tal la intensidad con la que destacaba la labor de su autor que hizo un efecto hipnótico en mí, ahora soy filólogo y apasionado de la literatura, puede que gracias a ella o a un Lorca inmortal, mi destino se decidiera en ese momento, sólo me queda darle las gracias y seguir en mi anonimato hasta que de nuevo el destino nos aúna en el mismo departamento. Dice en su libro, "En realidad, los alumnos esperan, pero no de mí ni de nadie. Esperan crecer y madurar, pero no lo saben. Esperan lo que les decimos que deben esperar. Y muchas veces los decepcionamos, no por caer, sino por no caer."