Chico y Rita es el resultado del trabajo conjunto entre el cineasta Fernando Trueba y el polifacético Javier Mariscal, cimentado en el amor común que ambos sienten por Cuba y el jazz latino. Concebida como un película de animación para adultos, se trata de un romántico drama que aprovecha la intempestiva relación de amor entre un pianista de Jazz y la que será su musa inspiradora a lo largo de toda su vida, para narrar la historia de la música en Cuba en los años 50 y su fusión con el jazz que se estaba desarrollando en EEUU.
Entrelaza así hechos verídicos (los músicos cubanos que van apareciendo a lo largo de la película) con la relación de ficción entre Chico y Rita. Entre los músicos con los que irán compartiendo escena se encuentran Chano Pozo, Tito Puentes o Nat King Cole.
El guión, escrito por Trueba en colaboración con Ignacio Martínez de Pisón, evita en todo momento el comentario político, sin posicionarse en ningún tipo de discurso. Se desentiende en este aspecto para centrarse por completo en la documentación del movimiento musical de la Cuba de aquellos años, un momento dorado para la música.
Trueba es un entusiasmado de la cultura cubana, y en especial de su música. Ya lo mostró por primera vez en su documental Calle 54 (2000). Para esta película ha realizado un profundo trabajo de documentación desde lo más profundo de su melomanía para trasladar a la pantalla las vivencias de todos estos músicos de Jazz.
Los dibujos de Javier Mariscal, a través de su personal estilo, encuentran en las diferentes escenas la inspiración artística para logar plasmar con esmero y belleza el ambiente social y cultural de la Cuba de los años 50, antes de la caída del gobierno de Batista. Comenzó a trabajar en el proyecto muchos años antes de comenzar el “rodaje”, a través de diferentes viajes a la Habana donde el artista fue plasmando en dibujos las emociones que recibía en sus inclusiones por aquellas tierras bañadas por la intensa luz del sol, dibujos que utilizó para el desarrollo final de la película.
Técnicamente, a pesar de las discrepancias que Trueba mostró al principio, los dibujos de animación se apoyan de grabaciones previas de actores reales para nutrir con mayor vitalidad las imágenes que muestra.
Uno de los puntos fuertes de la película es la banda sonora que recibió casi la misma dedicación que el rodaje mismo de la película. En lugar de recurrir a grabaciones clásicas de jazz, el cineasta optó por grabar de nuevo las piezas con distintos músicos, tratando de transmitir las mismas emociones que integraban las anteriores, en colaboración estrecha con el magnífico pianista Bebo Valdés, quien se encargó de componer y arreglar los temas que forman la banda sonora original de la película. Una auténtica delicia.
La cinta está repleta de morbosidades que dotan de especial singularidad el ya de por sí encanto del que goza, como el dúo entre Chico anciano (detrás del que está Bebo Valdés) y la cantaora de flamenco Estrella Morente, que recuerda al disco conjunto que realizó el pianista junto a Diego el Cigala. La película destaca como un Casablanca de animación, la transmisión de las vivencias autobiográficas de Días de radio a través de dibujos, el retrato colectivo de toda una generación de músicos que abandonaron la isla de Cuba para desarrollar con éxito su carrera musical.
Chico y Rita vibra a ritmo de jazz latino, fluye con fuerza al son del amor inmortal entre sus dos protagonistas, teñido de ciertos aires noir que junto a la particular revisión que el director madrileño realiza de la historia de los sonidos cubanos, centrada en su época dorada, acaba por conjugar una película de animación original, entretenida y muy atractiva visual y musicalmente. Un deleite para los cinco sentidos
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