sábado, septiembre 17, 2011

¿QUÉ NOS DEPARA LA NUEVA TEMPORADA TEATRAL?

(Artículo publicado en la revista Ceuta Siglo XXI en Septiembre 2011)
Todo un verano esperando que llegara septiembre para poder disfrutar de nuestro recién estrenado Teatro-Auditorio Revellín. Las butacas pajizas se alistan nerviosas, las tablas del escenario necesitan descansar de su silencio, las luces tiemblan emocionadas y el telón impaciente ensaya su primera subida de temporada. ¿Qué nos traerá el programa local de teatro? Puede que tragedias griegas, comedias romanas, dramas relacionados con la guerra civil, o monólogos de humor. Son tantas las posibilidades que estoy seguro de que el público de Ceuta responderá con la asistencia y el aplauso más fiel.
El final de la pasada temporada estuvo marcado por la diversidad que nos presentaron las diferentes compañías o asociaciones teatrales de la ciudad. ConMedia Farsa llevó a escena una comedia de Plauto, Miles Gloriosus, un clásico que satiriza las relaciones adúlteras a base de descaros, humillaciones y traiciones, todo ello bañado con grandes dosis de humor. Una compañía poco experimentada, pero que apuesta por el entretenimiento de un público nuevo, algo más joven que quienes están acostumbrados a ocupar dichas butacas, y que deseo que vuelva a subirse a escena lo antes posible. Igualmente, la Compañía de César Martín  intenta captar la asistencia de un público más diverso, con ansias de disfrutar de nuevas experiencias, por eso recurre a obras como la que presenta este mes; La mujer de negro, una historia de fantasma típicamente británica, que promete causar terror a los asistentes. Las pretensiones de César son “Entusiasmar, sorprender, educar y sobre todo hacer que el público pase un rato como nunca lo ha hecho en el teatro. Que descubra otra posibilidad para pasar una noche en Ceuta.” Sin duda, a ambas compañías les queda mucho por demostrar, se encuentran en un periodo de examen y son conocedores de que cualquier decisión, como por ejemplo la elección de la obra, o de los actores que la representen, marcará la calidad y por lo tanto, la asistencia continua de un público más alejado de familiares y amigos. 
Pero hablar de teatro hecho en Ceuta, es indiscutiblemente nombrar a Manuel Merlo, cuyo currículum comprende más de doscientas representaciones con el Centro Dramático de Ceuta, y otras numerosas colaboraciones locales y nacionales que le acreditan como una de las figuras culturales más representativa de nuestra ciudad. A él, las compañías que comienzan a dar sus primeros pasos deberían acudir para beber de sus fuentes. Puedo adelantar que la próxima obra que llevará a las tablas será Mi Mujer es el fontanero de Hugo Marcos, un autor argentino, que está captando la atención de muchos de los directores españoles por la creación de comedias de enredos que nadan tienen que ver con aquellas que realizaba Paco Martínez Soria, y que todavía muchas compañías se afanan en representar una y otra vez, sabiendo el olor que desprende a alcanfor. Esta Comedia hipermoderna, con ciertos encuentros con la ficción más extravagante, hará las delicias del público asistente, pero tendremos que esperar hasta octubre para poder aplaudirla. Seguramente, algunos estáis pensando: ¡Otra Comedia!; no obstante, lo último que estrenó el Centro Dramático fue Todos eran mis hijos de Arthur Miller, un drama americano con algunos toques simpáticos que nada tenía que ver con la representación de una comedia al uso. Pero si alguien se siente intimidado por las comedias, les puedo avanzar que el grupo teatral está preparando un espectáculo, nada irrisorio,  en conmemoración del 75 aniversario de la muerte de Federico García Lorca, y hasta aquí puedo leer como se diría en el programa de la olvidada Ruperta.
Para finalizar me gustaría proponerles a las compañías ceutíes un mayor compromiso con los tiempos que corren, me encantaría ver sobre las tablas, obras que reflejaran la situación desalentadora en la que nuestra sociedad está sumida. Ese tipo de dramas que recogía el teatro de denuncia y sensibilización, capaz de revelar las insuficiencias del hombre y de la sociedad. Es verdad que pocos autores quedan con la conciencia social de Buero Vallejo, quien entendió perfectamente la tensión argumental entre el compromiso social y la autonomía estética del teatro. El problema sería si el público está preparado para  reflejarse en el cristal de la escena, y al contrario que en los espejos del callejón del gato de Valle-Inclán,  ninguna deformación fuera posible, simplemente el fiel reflejo de uno.  

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