Cecida por Enrique Serra Zamora |
Llueve. Otra vez la lluvia se apodera del estreno de La Compañía de César Martín, y en esta ciudad, donde el uso de paraguas aumenta las ganas de cobijarse entre mantas, propiciaron que algunas butacas quedaran vacías, habiéndose vendido la casi totalidad de las entradas. Una lástima si se tiene en cuenta que la creatividad compareció desde el inicio con un original sketch que recordaba una serie de normas que el público debiera cumplir una vez que acude al teatro, y que tristemente aún no sabe cómo hacerlo. Pero, incluso en estas lides el Método Grönholm resultó efectivo.
En ocasiones, la creatividad no tiene que ir acompañada de calidad, sin embargo este no fue el caso, el monótono texto de Jordi Galcerán había sufrido una sorprendente vuelta de tuerca, un claro ejemplo de adaptación inteligente, aportando un mayor ritmo dramático y sobre todo, el humor como recurso necesario para relajar la crítica mordaz de una situación que refleja una deshumanización inquietante. ¿Quién no ha temblado en una entrevista de trabajo? El método camina entre la deshonrosa pérdida de identidad para conseguir un buen puesto laboral y las licencias, eventualmente ilícitas, que se toman algunas empresas a la hora de buscar un profesional competente. No obstante, ¿Quién, en estos tiempos de crisis, no daría lo que fuera por temblar en alguna entrevista?
Cedida por Dani Vicente |
Podría incidir de forma positiva en las numerosas modificaciones realizas por el director, pero entonces, no recalaría en otros aspectos que me interesan destacar, como por ejemplo; la falta de originalidad en la escenografía, evidentemente era una copia del ventanal de la película homónima de Marcelo Piñeyro, estaría muy bien que todas las compañías de Ceuta se empezaran a apoyar en profesionales para el diseño de la escena, y así darían la oportunidad a ceutíes preparados. Otro asunto a destacar es la incorporación a la compañía, de Miriam RoA y Sandra Marcos. Ambas deleitaron con un trabajo de calidad, y sus personajes, bien formulados, conquistaron a los asistentes. Miriam consiguió romper la respetada cuarta pared, tras una escena en la que tenía que defender, de forma imposible, la necesidad de un torero para la sociedad, el público entregado rompió a aplaudir sintiéndose parte de la representación, resultó ser el instante de oro buscado por cualquier amante del teatro. Pero si alguien destacó con una interpretación muy verosímil fue Sandra Marcos, apareció sobre las tablas cargada de carácter y sensualidad, sus tacones despertaban una cierta excitación que aumentaban a cada golpe de ironía, además de añadir una actitud altamente competitiva, y una modulación de voz perfecta.
En cambio, la recreación del personaje de Cristina Mhidal puede que no fuera el correcto, el marcado acento andaluz y la rapidez verbal que caracterizaba la personalidad de Raquel hizo que se perdiera parte del texto, aún así aportó instantes de verdadera comicidad. La misma comicidad que le hubiera restado al personaje de César Martín -Fernando-, para que hubiera recalado en un hijoputismo mucho más profundo, como es característico en el teatro social, que resulta tan necesario y que en muy pocas ocasiones se nos ofrece con la intención de divertir y de arañar la conciencia del público.